lunes, 29 de junio de 2015

ODA

Úntate cada pezón con miel y baja el mentón, la lengua saben dulces, toca circularmente cada punta morada, agrietada o lisa, y luego acaricia el vientre, el ombligo, haz cine o literatura con la mente pero no olvides los pezones, la miel, el dedo circular, hazlo frente al televisor mientras te ríes y te humillas: mastúrbate, abandona, cuida el clítoris como a la piel de un niño, escucha el viento que suena detrás de la ventana cerrada, guarda tu jugo a escondidas del mundo y mastúrbate, que tus piernas comiencen a abrirse y a cerrarse, que tu murmullo sea un gemido ronco, grito agudo en el aire, en el hueco que pide penetración, contacto, habla despacio, hazlo en silencio pero gime, aúlla, murmura, aunque sea el goce el rozarse tu pelo en la almohada, en la alfombra, en la nuca, mastúrbate hasta que las rodillas tiemblen, hasta que caigan lágrimas y suene esta vez no un viento sino un timbre y otro, regular campanilla, recién entonces dilátate como en el parto lubrica tu vagina, el tubo que sigue llamando, levántalo, bájalo, introdúcelo y escucha ahora su voz, lejana, ajena, y cierra tus ojos, su boca tan adentro. 

Irene Gruss
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