jueves, 25 de diciembre de 2014

Natividad





“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

Lucas 2:8-14

martes, 15 de julio de 2014

Climas


Exquisita prudencia

Exquisita prudencia la de mi boca y la suya 
por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones golosas, 
las sucesivas floraciones de mi anémona nocturna.



El príncipe rojo

Dulce y hermoso como la sangre
el príncipe rojo ante mí.
Come y bebe del banquete
de mi cuerpo
hasta hartarte.
Hasta que la venganza deje de ser,
por tu espada,

la voz que clama en el desierto.


Veladamente

Veladamente, descorriendo pestillos,
ha llegado hasta mi cuarto
una pantera translúcida con la piel de diamante
que me morderá la nuca cuando menos lo espere.
      
Es el deseo.



Si todo cambiase

Si todo esto cambiase,
si me dijera usted, de pronto, que me ama,
yo ni me detendría para hacer la maleta.
Huiría luchando contra el miedo a la      
costumbre de su cuerpo.




Quién es esta sombra

Quién es esta sombra
que aterriza limpiamente en mi cuerpo
como un halcón.
 Su garra me frena las muñecas y la huida.
 Su aliento de niebla va sajando despacio,
los tersos y ahora bermejos visillos de mi vientre.



Almudena Guzman

lunes, 24 de marzo de 2014

El jardín de las delicias



¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles? No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original, ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.

A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.

Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la corriente erizada reptando en busca del exterminio. 0 la salida, escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo en expansión, con todo el universo en contracción para el parto del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la sangre la creación.

El sexo, sí,
más bien una medida:

la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.

Olga Orozco

lunes, 17 de marzo de 2014

Erótico


Tú la avispa y yo la rosa;
tú el mar, yo la escollera;
en la creciente radiosa
tú el Fénix, yo la hoguera.
Tú el Narciso y yo la fuente,
en mis ojos tú brillando;
tú el río y yo el puente;
yo la onda en mí nadando.
Y tú el sol y la sal
y en los labios el caudal
del rumor meciendo el juego.
Yo el pájaro y el cielo
azul cruzando su vuelo,
como el alma atiza el fuego.


Marguerite Yourcenar

miércoles, 29 de enero de 2014

A Rainer María Rilke



Rainer, quiero encontrarme contigo,
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.
Simplemente dormir. Y nada más.
No, algo más: 
hundir la cabeza en tu hombro izquierdo
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, 
y nada más.
No, algo más: 
aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.
Y más aún: 
oír el sonido de tu corazón. 
Y besarlo.


Marina Tsvetáyeva

miércoles, 1 de enero de 2014

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