Exquisita prudencia
Exquisita prudencia la de mi boca y la suya
por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones golosas,
las sucesivas floraciones de mi anémona nocturna.
El príncipe
rojo
Dulce y
hermoso como la sangre
el príncipe
rojo ante mí.
Come y bebe
del banquete
de mi cuerpo
hasta
hartarte.
Hasta que la
venganza deje de ser,
por tu
espada,
la voz que
clama en el desierto.
Veladamente
Veladamente, descorriendo
pestillos,
ha llegado
hasta mi cuarto
una pantera
translúcida con la piel de diamante
que me
morderá la nuca cuando menos lo espere.
Es el deseo.
Si todo cambiase
Si todo esto cambiase,
si me dijera usted, de pronto, que me ama,
yo ni me detendría para hacer la maleta.
Huiría luchando contra el miedo a la
costumbre de su cuerpo.
Su garra me frena las muñecas y la huida.
Su aliento de niebla va sajando despacio,
Quién es esta sombra
Quién es esta sombra
que aterriza limpiamente en mi cuerpo
como un halcón.
los tersos y ahora bermejos visillos de mi vientre.
Almudena Guzman
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