Aquella
obsesión, que cada vez elegía mejor sus presas, fue perfeccionando los tiempos
y la vorágine de violencia sexual con que las sometía. Aquella era la primera
vez que me atrevía a utilizar la violación como argumento temático del guión de
mis masturbaciones, que siempre fueron narrativamente complejas. Hasta ese
momento había elegido casi siempre secuencias donde mis novias y amantes hacían
el amor con mis peores enemigos, con los hombres más detestables, y aquello que
en la vida real me hubiera destruido, en mis pajas elevaba la calentura a
grados insoportables. Mi ética personal, que condena duramente la violación
sexual, había conseguido introducir sus códigos perversos en la selva de las
fantasías.
Así que
acicateado por el opio y el relajo evidente de mi voluntad, decidí abrir la
boca del lobo de la caja de Pandora de los deseos. nadie me podrá convencer de
que con aquellas pajas le hacía daño a alguien.
Enrique
Symns
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